Crepúsculo

Si algo tengo en común con Elizabeth Bennet…son los prejuicios. Así fue que tomé el primer libro de Stephenie Meyer, Crepúsculo, sin demasiadas expectativas, pensando que es una historia dedicada a las adolescentes y que no me gustaría.
Debo confesar que me enganchó de inmediato.
A ver si me puedo explicar sin embarullarme mucho. En primer lugar, siempre me gustaron las historias de vampiros. Mi familia me recuerda, cada vez que puede, que de adolescente, no me perdía un capítulo de “Buffy, la caza vampiros”.
En mi etapa vampírica, leí las novelas de Anne Rice, conociendo a Louis, Lestat y Claudia. También enloquecí con la versión de “Drácula” de Coppola.
Por lo que me ha parecido de lo más normal y “romántica”, la historia de amor que narra esta novela, entre una humana (Bella), y un vampiro (Edward).
Relatada desde el punto de vista de Bella, nos cuenta como su vida cambia cuando se muda a vivir con su padre a un pueblito donde casi nunca sale el sol.
Entendí porque las adolescentes se sienten tan representadas por Bella. Es tremendamente torpe, no es bonita y se considera mediocre. En la edad en que una chica se siente casi todo el tiempo fuera de lugar, a la protagonista le sucede lo mismo. Entonces, aparece Edward Cullen, un joven terriblemente seductor, lleno de gracia y picardía. Inevitable que ella no caiga rendida a sus encantos y la historia de amor comienza, con todas las dificultades que conlleva.
Es el sueño de toda niña que se siente fea e incómoda consigo misma, que alguien especial se enamore de ella y la haga sentir menos común.
Bella me recordó mucho a Catherine Morland, de La Abadía de Northanger, por su ingenuidad e inocencia, por sus ganas de complacer a los que la rodean (además, su personaje, es una lectora asidua de Jane Austen) y también por su idea romántica del amor. Porque niñas, lamentablemente, los chicos malos no cambian y el tipo de amor descripto…tampoco existe. Pero siempre es lindo creer que puede suceder ;).
En cuanto a Edward, la idea del vampiro que lucha con su naturaleza monstruosa no es nueva. Me recordó, en sus remordimientos, a Louis de Pointe du Lac (Entrevista con el vampiro), pero en ningún momento a Darcy, con el que lo han comparado. En todo caso, tiene un poco de la picardía de un Wickham con algo de la simpatía y caballerosidad de Henry Tilney.
De a momentos muy “dulzona”, en general, amena y entretenida. La historia y la forma en que está relatada, hacen que sea fácil de leer rápidamente. Mi teoría es, que lo lectores actuales, requieren este tipo de narración sencilla y atrapante para no abandonar el libro, si este era el objetivo de la escritora,lo logra con creces. Totalmente recomendable para adolescentes o mujeres con mentalidad de quinceañera (como yo, jajaja).
Creo que la mayoría termina enamorándose de Edward, con su rostro de escultura, su gracia y sus dones especiales. Me sentí con un ataque de pedofilia, pero me recordé que, detrás de sus 17 años eternos, esconde más de un siglo de vida y me dejé enamorar :D.

Poco después de terminarlo, decidí ver la película. Me dejó sensaciones confusas, de a momentos me gustó y por otros no. En general, me agradó más el libro.
No me gustó la eliminación de ciertos episodios del libro y la inclusión de secuencias que no estaban, en forma innecesaria.
Los protagonistas están bien, pero la personalidad de Bella no ha sido reflejada como en el libro. La Bella del libro muestra más resolución en sus sentimientos y es mucho más antisocial.
Me dio la impresión que la hicieron con un presupuesto acotado. Seguramente, para la secuela que comienza a filmarse en marzo, tendrá mayor inversión.