lunes, 28 de noviembre de 2011

Indias blancas


Conocí a Florencia Bonelli a través de varios blogs amigos que aman sus libros. No soy muy fanática de la novela romántica histórica, pero caí en la tentación de comprar Artemio Furia, que si bien no me enloqueció, me pareció bien escrito. Tiempo después, se lo recomendé a una amiga, que quedó enamorada del libro y ahora es una más de la legión de fanáticas Bonelli.

Ella es quien me recomendó que lea Indias Blancas y su segunda parte, Indias Blancas, la vuelta del ranquel.


Esta es una historia de indios, malones y mujeres cautivas. Pero también de blancos deseosos de extender la llamada «civilización» a lo largo y ancho del país. De una familia que guarda celosamente secretos que irrumpen con fuerza en los momentos más inesperados. De una sociedad pacata que no perdona a los que osan transgredir sus normas. Y de unas personas, pocas, que se animan a tomar el camino de sus deseos más profundos. Indias Blancas es, sobre todo, la historia de un amor que no conoce límites.
En 1870, Laura Escalante, una mujer de linaje intachable, comete un gravísimo error: enamorarse de un indio, el ranquel Nahueltruz Guor. En el lejano sur de Córdoba, cerca del país de los Ranculches, el amor que se profesan encuentra su lugar. Pero no por mucho tiempo. Un sinfín de fuerzas antagónicas se opondrá a esta relación: la Iglesia, la familia de Laura, su eterno pretendiente, el mundo mismo. Laura sabe que el desafío es enorme, pero guiada por el recuerdo de su tía Blanca Montes (cautiva del cacique Mariano Rosas) luchará por convertirse en otra «india blanca».

Y ahora, temiendo por mi vida (las fanáticas de Bonelli son peor que los malones), debo decir que, aunque está bien escrito, no me gustó.

La historia entre la “chica de sociedad” que se enamora de quien no debe, en este caso un indio, no es nada nuevo, pero no ése mi problema con esta novela. Mi mayor problema es que no me gustaron los personajes. Laura Escalante y Nahueltruz. Ninguno de los dos me enganchó.

Ella, tan decidida y controversial para algunas cosas, la noto muy sumisa en otras. Él, a quien se supone un indio con educación, en más de un momento no lo demuestra, pero en especial en una escena donde describe una especie de violación que me cayó de lo peor.
Pero sacando los aspectos negativos, me gustó el cruce de historias, el paralelismo entre la historia de amor entre Laura y Nahuel y la de su tía, Blanca Montes, a través de la lectura de su diario.

Indias Blancas, la vuelta del ranquel, continúa la historia entre Laura y Nahueltruz, que no terminó bien el primer libro.


Dicen que los indios jamás olvidan una ofensa, que la venganza entre ellos es cosa sagrada y que todo lo que tienen de agradecidos y humanitarios lo tienen de rencorosos y vengativos. Y aunque Lorenzo Rosas vista a la última moda parisina y hable tres lenguas, en su fuero íntimo sigue siendo Nahueltruz Guor, el ranquel que seis años atrás juró destruir al culpable de su desdicha: Laura Escalante. En la sociedad porteña ella es conocida como la viuda de Riglos, una mujer hermosa, rica, inalcanzable. Dueña de una editorial, se mide ideológicamente con figuras de la talla de Sarmiento y Mansilla y escribe un folletín que mantiene vilo a muchas lectoras. Se le atribuyen, además, varios affaires, el más resonante con el general Julio Roca, quien se apresta para su conquista del indio. Pero lo cierto es que, detrás de esa imagen de mujer fatal, Laura esconde un alma sensible y un corazón destrozado. El rencor de Nahueltruz parece tan profundo como el amor que ella siente por él. En medio de esta lucha de voluntades poderosas, los fantasmas del pasado reaparecen para complicar la situación y se interponen nuevos obstáculos y malentendidos. ¿Podrá Nahueltruz vencer el odio que lo domina y perdonarla? Su felicidad y la de Laura dependen de la respuesta. Amparada en un manejo impecable de la intriga y en una fuerza narrativa arrolladora, Florencia Bonelli ata y desata en Indias Blanca los hilos de una trama palpitante destinada a dejar honda huella en el recuerdo de sus lectores.

La secuela, retoma la historia varios años después. Laura es ahora una viuda poderosa de la sociedad porteña. No sabe nada sobre Nahueltruz, hasta que este se aparece como un caballero rico y cultivado recién llegado desde Europa.

Ella, que se puede dar el lujo de no depender de ningún hombre, que es la “rebelde” de la alta sociedad, que se codea con los intelectuales de Buenos Aires, vuelve a la postura sumisa cuando está frente a Lorenzo Rosas.

Él, sencillamente odioso. Le hace los mil desprecios posibles. Por la mitad de desprecios que le hace, yo me hubiese convertido en Lorena Bobbit y ahí sí que hubiese dado que hablar a la high society!

Pero como dice la canción, “el amor es más fuerte”, las venganzas personales, los odios y rencores, todo quedará perdonado, porque en el fondo se quieren.
Lorenzo/Nahuel, le perdonará su “debilidad”, ella, sus desprecios. Yo, en cambio, demostrando ser más rencorosa que Lorenzo, no le perdonaré a Bonelli que la señora Riglos tenga un romance con un personaje histórico argentino bastante cuestionable en sus acciones.

Bien escrito, con un trasfondo histórico, con personajes que se aman o se odian (la mayoría los ama), es un libro para las que adoran las novelas románticas, no para las mujeres que estén pasando por una etapa donde perciban al amor con una visión ácida y un poco irónica (que en mi caso, ya viene extendiéndose de hace rato).


sábado, 19 de noviembre de 2011

Amanecer Parte 1



Todos los días amanece, pero este Amanecer en especial, hizo esperar a sus fanáticas de todo el mundo.
Hace una semana que tenía las entradas anticipadas, pero no quisimos ir el día del estreno para no soportar histeria. Por lo mismo (y por preferencia personal), vimos la versión subtitulada. Menos gente menor de 18 años, ya que parece no les gusta leer ni los subtítulos.


Amanecer es la última parte de la saga Crepúsculo de Stephenie Meyer. La moda o más el bien el negocio hizo que el último libro, bastante largo, fuese divido en dos películas, tal como ya lo hizo el final de Harry Potter.
La película comienza con la boda tan esperada entre Bella Swan y el vampiro Edward Cullen (ups, no sabían?) y todo lo que viene luego.


En primer lugar, la pequeña fashionista que vive en mi, quería ver el famoso vestido de novia. Por detrás, una belleza, por delante...no me gustó tanto. 
Terminado el segmento Fashion Police, creo que ha sido la película que ha sido más fiel al libro. Al menos, a la porción de libro que le tocó. Sacando pequeños detalles, es como estar leyéndolo.
Tengo un problema con los personajes como Bella Swan, tan abominablementes dependientes de sus medias naranjas, pero en el último libro se pone un poco más soportable, sólo un poco.
Con Edward es otro tema, soy Team Eddie totalmente. No sé porqué, será porque es inmortal, bello, rico, old fashion, que se lo puede manipular fácilmente con la culpa y, encima, es virgen, por lo que no tiene con qué comparar!


Mucha química entre Kristin Stewart y Robert Pattinson, obvio, pero ella me sigue pareciendo un poco plana (y no lo digo por su más que clara falta de delantera), y él tiene esa cara constante de necesitar tomar Activia, que cansa.. Y sinceramente, con una mano en el corazón, como viene pasando en otras entregas, Taylor "Doggie" Lautner se roba las escenas.
Bella, no me acuerdo en qué libro, le dice a Jacob que él es su "sol personal". Taylor/Jacob, es un sol que ilumina la pantalla cada vez que aparece (para suspiros de las chicas de la sala, en especial la que fue conmigo). Le pone actitud, es simpático, carismático y se ha matado en el gimnasio. Aunque debe ser la película que menos veces se sacó la camisa.


En definitiva, la más cercana al libro de las que se hicieron hasta ahora, mucho romance y con toques de acción (para los pocos novios que han ido obligados), la hacen entretenida y le aportan extrema felicidad a sus fanáticas.
Ahora hay que esperar la última parte, donde veremos otros conflictos, pero que no soporté para nada. La frase "mucho ruido y pocas nueces" le quedaría de maravillas, hasta casi denuncio a Meyer a Greenpeace por la utilización de tanto papel.
Y como acotación final, para aquella persona que tenga intenciones de ir a ver esta película, hay que quedarse hasta el final, le agregaron una escena que la mitad del cine se perdió por irse antes.



domingo, 13 de noviembre de 2011

Siempre nos quedará París




No es un libro más sobre cine. Ni siquiera es un libro más sobre cine de José Pablo Feinmann, quien ya escribió Pasiones del celuloide y El cine por asalto. Es que en esta ocasión el autor no se limita a hablarnos de las películas que ama y las que detesta, de los grandes directores y actores, de los mejores guiones y las más bellas musicalizaciones, de los momentos insuperables de la historia del cine. 
No, en este libro nos habla, apenas, de la condición humana, sólo que lo hace a través del cine. Y entonces nos asomamos a la inmortalidad de la mano de la mano de Drácula, a la moral con A la hora señalada, a Dios y la religión con Crímenes y pecados, a los tabúes con Cuéntame tu vida, al sentido de la justicia con Batman, al sexo con El cartero llama dos veces, al miedo al diferente con La guerras de los mundos, a la guerra con Apocalypse Now, al nazismo con La caída de los dioses, al rol de los medios con The Truman Show, al capitalismo con Lo que el viento se llevó y a la fase salvaje del capitalismo con Wall Street, a la cuestión del poder no ya con Hamlet sino con El Rey León.
Parafraseando a Hitchcock podemos asegurar que este libro es, como el cine, la vida sin las partes aburridas, con la profundidad habitual de Feinmann y un mensaje esperanzador. Porque, ya se sabe, "siempre nos quedará París", como Bogart le dice a Bergman en el final de Casablanca.





No, no estoy siguiendo con mi etapa "francesa". La casualidad o causalidad, me ha llevado a escribir una reseña sobre un libro que lleva esta emblemática frase como título.
Con este enunciado, Rick se despide de Isla en Casablanca y sin querer se transforma en una de las tantas líneas de esta película que pasará a integrar la historia del cine, pero también, la de todos aquellos que la han visto y se han enamorado de ella.
José Pablo Feinmann (conocido por acá como el Feinmann "bueno"), es licenciado en Filosofía, escritor, guionista y conductor de programas de televisión.


"Este libro propone una mirada reflexiva sobre las historias que cada película entrega. De aquí que lleve por subtítulo El cine y la condición humana. Pero no es un libro de filosofía. Es un libro sobre el amor al cine. A partir de ese amor vendrá lo demás, pero sin él nada habría sido posible. Y amar el cine es amar sus relatos, sus personajes, sus escenografías, sus buenos y hasta sus malos actores, y sus grandes directores"


Con estas palabras, el propio autor describe su libro mejor que nadie. Es un libro para amantes del cine. Confieso que me sentí en desventaja, varias de las películas que cita, en especial las muy antiguas, no las había visto. Pero su relato es tan ameno e instructivo que se disfruta igualmente.


Cada capítulo del libro trata sobre un tema que está ligado a la condición humana y, como tal, ha sido llevado al cine de mejor o peor manera. La guerra, el capitalismo, el sexo, el amor, los villanos, las obsesiones, etc. Todo visto con ojos de cine pero analizado con la claridad de un tipo inteligente. Leerlo es como estar frente a esos profesores que nos marcaron, que nos contaron las cosas de otro modo, que nos hicieron ver algo de otra forma, que nos abrieron la cabeza a autores o directores que no conocíamos.


Hay capítulos que me gustaron más que otros, dentro de ellos, La bandera del Imperio fue uno de mis preferidos. Toma el argumento de Lo que el viento se llevó y toda la guerra del Norte vs el Sur y la compara con la historia argentina. Jamás se me ocurrió ese paralelismo mientras veía a Scarlett coquetear con Rhett. Lo que me lleva a la conclusión que envidio a la gente con tanta capacidad y talento.


Y cierro la entrada con el final del prólogo de Feinmann, donde explicá el porqué del título y que clarifica mucho mejor que si lo intento yo (entre nosotros, cuando sea grande, quiero ser como él).


"Siempre nos quedará ese lugar donde fuimos intensamente felices, donde conocimos la plenitud, donde nos reímos, donde lloramos, donde sentimos la caricia de lo absoluto, donde nos creímos eternos y lo fuimos, porque ahí -en ese exacto y único lugar que jamás perderemos, que siempre será nuestro- nos enamoramos con un amor tan extremo, tan loco, que sólo podía durar para siempre, ni un día menos que la eternidad. Ese lugar es el cine. Porque es así, así de simple, así de complejo: pase lo que pase, y aún si lo que pasa es lo peor, siempre nos quedará el cine."











domingo, 6 de noviembre de 2011

Blue, blanc, rouge

Francia no es un país de los que me llamen la atención, el encanto de "la ciudad luz" nunca me atrajo y la fama de "mal educados" de los franceses me inhiben las pocas ganas de llegar a conocerla alguna vez.


Pero hace poco, tuve una semana muy "blue, blanc, rouge", que tal vez haya cambiando mi opinión.
En primer lugar, disfruté de la última película de Woody Allen, Midnight in Paris (Medianoche en París, 2011).




"Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer".


Hace un tiempo que Woody viene prefiriendo "el viejo continente" como trasfondo para sus historias, dejando un poco de lado su amada New York.
De esta relación, han salido algunas muy buenas películas y otras más olvidables.
Medianoche en París, entra en la primera categoría.


Comienza con una serie de imágenes de París, bellas postales de una ciudad llena de romanticismo.


Gil (Owen Wilson), es un escritor de guiones de películas que sueña con publicar su primera novela. Por razones de negocios, acompaña a su futura familia política a París.
Inez (Rachel McAdams), es su prometida. Mandona, autoritaria y menospreciativa. Su familia es la típica que se cree superior a todo el mundo. Con la ignorancia del "yanqui" y su pedantería.


Gil es un romántico empedernido que se está "conformado", pero qué mejor que París para cambiar eso.
Al mejor estilo de La rosa púrpura del Cairo, donde Mía Farrow se evadía yendo una y otra vez a ver la misma película hasta que el protagonista sale de la pantalla, aquí, los "héroes" de Gil, saldrán cada medianoche a su rescate, devolviéndole la pasión por su carrera y por la vida.
Hemingway, Picasso, Dalí, T.S. Elliot, Scott Fitzgerald, Buñuel, son algunos de los personajes que cobran vida en la noche parisina.


Gil es una representación del aquel ¨Woody de los años 70, un poco tímido, algo neurótico, romántico, gracioso, que cumplirá su sueño de vivir en la "época dorada".  Aunque la película nos muestra, que cada tiempo tiene sus héroes y su brillo, sólo hay que saber verlo.


Una nocturna París, con música de Cole Porter y lluvia a la orilla del Sena, ¿cómo hacer para no rendirse a los pies de esta ciudad?


Continuando con Francia, fui a ver la nueva adaptación de Los tres mosqueteros. Dos fueron mis razones. La primera, más que sabida, la presencia de Matthew "Darcy" Macfadyen en el rol de Athos. La segunda, me gustaba lo que había visto como adelanto.


Una acotación al respecto, el que piensa que va a ver una adaptación del clásico, antes miren el trailer, así no pueden decir que no están advertidos.


La nueva versión es dirigida por Paul S.W. Anderson, lo que ya debería decirles algo. El director de las Resident Evil se caracteriza más por la acción y las tomas "alocadas" que por el fondo de la trama.
Respetado la "base" del libro, incorpora al relato intrigas que incluyen planos perdidos de Leonardo Da Vinci, para crear una nueva arma de guerra que podría inclinar la balanza en una futura disputa entre Inglaterra y Francia.


"Francia, siglo XVII. Athos, Porthos y Aramis son tres prodigiosos espadachines que pertenecen al cuerpo de mosqueteros del rey Luis XIII de Francia (1610-1643). A París llega un joven y valeroso gascón que ingresa en la guardia del Rey para hacerse mosquetero. Los cuatro tendrán que hacer frente a una maquiavélica conspiración urdida por el cardenal Richelieu para derrocar al rey".


Los tres mosqueteros están muy bien en sus papeles. Athos (Matthew Macfadyen), como el enamorado despechado, Aramis (Luke Evans), el galán con pasado religioso y, Porthos (Ray Stevenson), el fornido que hace gala de su físico y su humor.
Logan Lerman está correcto como el joven arrogante D'Artagnan, siendo el "gancho" para que las adolescentes babeen. 
Los malvados son caricaturezcos. Milla Jovovich, como musa y esposa del director, era infaltable y encarna a la "doble espía", Milady de Winter. Orlando Bloom es el duque de Buckingham y Christoph Waltz es Richelieu.




Filmada en su mayor parte en Alemania, tiene gran belleza de escenarios, vestuario y fotografía.
Con un toque de la estética de las últimas Sherlock Holmes, un poco del tipo de aventuras de Las Piratas del Caribe, es una película para no pensar y pasar un rato entretenido.