sábado, 24 de marzo de 2012

La Hija del Capitán

"La hija del capitán es una novela histórica, escrita a la manera de Walter Scott, que narra un episodio crítico del pasado ruso: la rebelión de Pugachov en el siglo XVIII que, iniciada como un levantamiento de los cosacos, llegó a convertirse en una auténtica guerra campesina En esta novela, escrita ya al final de la vida de su autor, Pushkin crea un lenguaje literario ruso y, al sentar las bases de la prosa, preludia la aparición de los grandes escritores rusos del siglo XIX."



Nunca he sido una gran lectora de escritores rusos, pero lo poco que he leído, suelen ser con finales tristes. Siempre me pregunté si el clima tan frío habrá influenciado en sus grandes compositores y escritores, que reflejan en sus obras tanta melancolía.


Aleksandr Pushkin tuvo una vida digna de una novela, nació en una familia aristocrática, pasó por diferentes posiciones y trabajos, se enamoró de una mujer muy bella y tuvo un final digno de un libro, murió en un duelo defendiendo el honor de su esposa.


En La hija del Capitán, el tema del honor es una constante. Es raro observar la importancia que tenía este valor en aquellos tiempos.
Situada en una época histórica de Rusia donde los alzamientos cosacos contra el despotismo era algo cotidiano en las provincias, utiliza ese momento para relatar una vida de aventuras, penurias y amor.


Pedro Andreich, hijo de un ex militar retirado de posición económica holgada y de prestigio dentro de sus tierras, es enviado a una fortaleza perdida en una zona rural. El muchacho irá bajo el cuidado de un viejo y fiel sirviente, pero a pesar de ello, no podrá protegerlo de los peligros que encontrará.


Al perderse en medio de una tormenta de nieve, un extraño los ayudará, siendo ése pequeño encuentro, un punto importante en el destino que lo espera.


En el fuerte, se enamorará de la hija del Capitán, la joven María Ivanova, una muchacha sencilla, criada en el campo, sufrida y silente. El honor, algo tan importante para él, le traerá más de un problema, pero también le salvará la vida cuando el fuerte sea tomado por los cosacos, liderados por Pugachov, aquel extraño que le ofreció ayuda y que el joven agradeció lo mejor que pudo.


El conflicto que se desarrolla en las provincias, donde los cosacos intentan rebelar los pueblos, será uno de los que tendrá que sortear por amor a María.


Cuando el honor y la valentía de Pedro Andreich sean puestas en duda y lo encarcelen, será María quién irá en su rescate, teniendo un final con intervención de la realeza y extrañamente, feliz.


Es una obra sencilla, corta, para conocer un poco más las costumbres de un pueblo que parece tan lejano, en una época que vislumbra cambios.
La semana que viene será el sorteo del concurso, si alguien aún no se anotó, está a tiempo.
Le pido perdón a mis seguidores y amigos blogueros por mi ausencia, pero pasé por un período muy feo de angustia e incertidumbre, en el que creí que podía tener cáncer de mama. Gracias a Dios, todos los estudios me salieron muy bien.
A veces por dejadez o temores, demoramos en hacernos una mamografía o una ecografía mamaria. No hay excusas, nuestra vida y salud deben ser más importantes. Los estudios duran unos pocos minutos, no duelen y en mi país, son gratuitos.









martes, 6 de marzo de 2012

El Artista



The Artist, la ganadora a Mejor película en la última entrega de los Oscars, tiene el título más adecuado, porque es, ante todo, una obra de arte.

¿Quién pensaría que, en pleno siglo XXI, lleno de tecnología y efectos especiales, una película en blanco y negro y muda, sería la gran ganadora?

Es que es refrescante, entre tanta mediocridad de libretos, de ideas, de efectos en 3D, encontrar algo tan sencillo, pero original y único.

La historia es sencilla, un actor en la cúspide de su carrera cinematográfica, conoce a una chica que recién comienza y surge una chispa entre ellos. La vida los volverá a encontrar, aunque nunca parece ser el momento adecuado.

Están terminando los años 20 y George Valentin (Jean Dujardin), es un ídolo cinematográfico, al mejor estilo de Douglas Fairbanks (aunque su apellido suene a Rodolfo Valentino). Inseparable en sus roles de aventura y romance, su perro, un Jack Russell Terrier que se roba más de una escena.
Peppy Miller (Bérénice Bejo, argentina de nacimiento), es joven y quiere destacarse como actriz. El consejo que le da George es que tenga algo distintivo, algo que la haga única, y le marca un lunar junto a la boca.

Con la llegada del cine hablado y la Gran Depresión, Valentin se hunde en el olvido por temor y por orgullo. Mientras cae en la decadencia, Peppy surge como estrella.
El antes famoso, termina en la ruina, pero con ángeles guardianes como su chofer (James Cromwell), Peppy y, en especial, su perro, caerá para levantarse.
Y la "chispa" del comienzo, se transformará en "Chispa de Amor".

Jean Dujardin seduce desde la pantalla, con su sonrisa, los levantamientos de ceja sugestivos, la sobreactuación típica de una época donde los gestos suplantaban a las palabras. Bérénice, con sus guiños y femineidad, con su naturalidad, es una bocanada de aire fresco.Uggie, el perro, es espectacular y dan ganas de salir corriendo a comprar uno, debería haber ganado algún Oscar honorario.

La música, como en aquellas cintas mudas, es tan importante como las actuaciones, por lo que tiene más que merecidos los premios ganados. El vestuario, encantador, con el glamour de esos años.
Original, rompiendo moldes, volviendo a lo descartado, demostrando que se puede hacer buen cine con imaginación y buenos artistas, el director de apellido difícil (Michel Hazanavicius), se lleva todos los aplausos, por devolver el silencio entre tanto ruido, la magia entre tanta incredulidad, por hacer sentir nostalgia, aún a generaciones que no vivimos aquellos años.

Sin dudas, una cinta recomendable para los amantes del cine.
Una película dentro de una película, una historia de amor, un drama, una comedia, es, en definitiva, un homenaje al viejo cine. Aquel, al que se iba vestido con las mejores ropas y que, grandes y chicos, disfrutaban con la misma inocencia.