Durante mucho tiempo
me resistí a leer este libro. Por caprichosa, más que nada, porque cuando todo
el mundo me dice que lea algo, es como que me pongo en contra. Además, la tapa
y la sinopsis no me atraían para nada. No soy una experta en el tema, pero lo
poco que sé sobre el masoquismo, me inclina a decir que no sería lo mío. Aunque
tal vez si el amo es como Grey, perdón, el "señor Grey", me
equivoqué.
En la contratapa del
libro dice:
“Totalmente adictiva,
esta es una novela que obsesionará, te poseerá y quedará para siempre en tu
memoria”.
Lamentablemente, para
mí y muchas más, 50 sombras de Grey, es adictiva, obsesiva y posesiva.
La autora, E.L.
James, dice haberse inspirado en Crepúsculo y sus personajes, a lo que le
agregó altas dosis de sexo. Si el vampiro Edward se pasa cuatro libros y más de
100 años para su debut sexual, Christian Grey le lleva un millón de revolcones
de ventaja y eso que tiene 28 años!
La protagonista es Anastasia
Steel, un joven “común”, que está terminando la universidad y, por cosas del
destino, se cruza en el camino con Christian Grey, un millonario filántropo,
soltero y ultra sexy, que la intimidará y cautivará al mismo tiempo.
Ana no es Bella
Swann. Bella es lo más soso que existe en la tierra, aunque de alguna forma se
parece a ella y también a muchas mujeres. La autora la creó con un poco de cada
una, así todas nos podemos ver un reflejadas en ella (algunas más que otras).
Es una chica atractiva, pero sin ser una diosa, tiene preocupaciones comunes y
trabaja, es joven y llena de planes para el futuro, un ratón de biblioteca que
sueña con conocer la tierra de sus escritores preferidos (obvio, Inglaterra).
Siempre tapada por su mejor amiga, despampanante y rica, le gusta pasar
“desapercibida” mientras intenta encontrar a su media naranja. Nada del otro
mundo, bastante naif e inexperta.
Christian no es
vampiro como Edward, pero sí es dueño de una historia oscura que lo ha marcado
para siempre. Aunque demuestra ser exitoso, carismático y poseedor de un gran
atractivo, sus cincuenta sombras grises (Grey, en inglés es gris), como en
escala acromática, lo hacen una persona reservada, incapaz de amar, dañado y
con una imagen negativa de sí mismo.
En lugar de
alimentarse de sangre, su oscuridad lo lleva al sadomasoquismo, única forma en
la que se siente seguro, dominando a la otra persona y ejerciendo el control
absoluto de su vida.
¿Cómo puede funcionar
el romance entre dos personajes tan desparejos?
Ana es joven e
inexperta, por lo que se sentirá obnubilada y halagada que un hombre como él se
fije en ella. Tiene una baja autoestima y ha carecido de una firmen imagen
paterna, por lo que inconscientemente, busca un hombre que en cierto sentido la
proteja y guíe. Él, se siente atraído por un gran Edipo no reconocido y se
sentirá en una situación que escapa de su control, cuando va descubriendo que Ana,
no es precisamente “sumisa”.
La historia se irá
desarrollando entre las dudas de ella, por convertirse en una sumisa y aceptar
las condiciones de él o alejare. Por otro lado, él también se irá cuestionando
si le conviene seguir con su obsesión por ella, porque le puede costar perder
el control que necesita para funcionar.
Entre sus
“negociaciones” grandes raciones de sexo, no tan pervertido como yo esperaba al
menos, lo que hablaría mal de mí. Denominado en forma despectiva por los
críticos, “pornografía para mamás”, deberían preguntarse el porqué de su éxito,
porque libros eróticos hay montones, sin embargo, este es un suceso a nivel
mundial.
En mi humilde
opinión, combina un personaje masculino torturado y oscuro, con motivos para
serlo. Es un Edward Cullen, que se culpa por sus deseos, un Rochester que en
lugar de esconder una esposa en el ático, tiene esposas y cuarto “rojo del
dolor”. Juega con la idea que tenemos todas las mujeres que se puede cambiar a
un hombre. Lo cierto es que es ficción y por eso nos gusta. Si fuese el plomero
calvo, panzón y con los pantalones caídos el que nos propone algo así, la
patada más chica lo haría caer del otro lado del océano.
Pero es millonario,
torturado, hermoso, quiere sexo las 24 horas del día y tiene sentimientos de culpa por ser como es. Solo por eso,
no nos negamos del todo a la idea de aceptar un poco de masoquismo, aunque sea
en un libro...Es ficción, los Christian Grey que se exitan por ver que una se muerda un labio, no existen.
Como corresponde a
los nuevos tiempos, es una trilogía, por lo que el primer volumen te deja con
la boca abierta y preguntándote por más.
Y así una termina
cayendo en la espiral del consumismo, la adicción y las discusiones
cibernéticas sobre quién debería interpretar a Christian Grey (no hay
discusión, tiene que ser Ian Somerhalder :P).