domingo, 27 de septiembre de 2009
Cuento de boda
Connor Mead (Matthew McConaughey), es un soltero incorregible que disfruta de hermosas mujeres como si fueran descartables. Es adicto a su trabajo de fotógrafo y no cree en el amor.
Cuando su hermano menor, y única familia se casa, vuelve a la vieja mansión de su fallecido tío Wayne (Michael Douglas), un reconocido playboy al mejor estilo de Hugh Hefner. Una vez ahí,en medio de los últimos detalles de la boda, se comporta como la persona cínica y egoísta que es, hasta que la aparición del fantasma de su tío le advierte sobre tres visitas que recibirá esa noche.
El primer espírtu, es el de sus novias del pasado. Una adolescente ochentosa con la cual tuvo su début sexual después que el "amor de su vida" le rompiera el corazón.
El segundo, es el fantasma de su actual secretaria, quien vive arreglando los desastres amorosos que deja detrás de él, quien le mostrará que hay gente que lo quiere a pesar de todo.
El tercer fantasma, el de su futuro, le muestra a la mujer que amó siempre, Jenny (Jennifer Garner), casándose con otro después de hartarse de esperarlo.
Decide cambiar cuando observa su propio entierro, al que acude sólo su hermano y descubre que le arruinó la vida.
Si el personaje principal se le parece a Ebenezer Scrooge y la trama, a Cuento de Navidad (relato que Charles Dickens escribrió en 1843), es porque Hollywood no se cansa de copiar a los viejos clásicos.
Los Fantasmas de mis ex, es otra comedia liviana para pasar el rato, donde McConaughey vuelve a repetir su papel de mujeriego, lindo y carismático.
Para fines de año, se espera otra adaptación de esta obra de Dickens, con el tipo de animación de El expreso polar y Jim Carrey en el papel de Scrooge.
martes, 22 de septiembre de 2009
La piedra filosofal
jueves, 17 de septiembre de 2009
Loca por Darcy
¿Qué mujer que haya leído Orgullo y Prejuicio no ha soñado con encontrarse con un Fitzwilliam Darcy? ¿A quién lo gustaría pasear por la magnífica Pemberley?
La BBC se aprovecha del deseo de gran parte de las mujeres para crear la miniserie Lost in Austen.
Amanda Price (un apellido muy austeniano), es una joven londinense que tiene una vida poco romántica. Un novio al estilo Homero Simpson y un trabajo bancario.
Para evadir la falta de romance, se sumerge continuamente en el libro Orgullo y Prejuicio y sueña con Darcy (hasta acá, me siento identificada).
Una noche descubre una puerta secreta que la comunica con el hogar de los Bennet y, Amanda y Elizabeth, intercambian lugares por accidente.
Una vez que se sumerge en el siglo XIX, veremos cómo se meterá en situaciones incómodas y fuera de lugar.
La serie busca ser comedia, y por eso, ridiculizan al personaje femenino como si fuera una especie de Bridget Jones.
Supuestamente, Amanda, es una fanática de la obra y ella misma dice amar los modales, el lenguaje y la cortesía de esa época. Sin embargo, al estar ahí, poco hace para encajar en eso que ama.
Además, cuando las cosas empiezan a alejarse de la historia que todos conocemos, ella intenta arreglarlas. Pero una amante de la obra y de Darcy, ¿besaría a Bingley?
Sí, ya sé, le estoy buscando lógica a algo que no la tiene. Pero esos detalles son los que no me terminaron de convencer.
Algo interesante fue ver a algunos personajes bastante cambiados con respecto a lo escrito por Austen. Una Caroline Bingley igual de insoportable, pero ocultado un gran secreto y un siempre encantador Wickham que en el fondo, no es lo que parece.
Una serie para fanáticos que no sean puristas de la historia, con muchos guiños hacia la serie de 1995 protagonizada por Colin Firth (ya saben todos que mi Darcy es Matthew Macfadyen).
El ritmo de los tres primeros capítulos transcurre a una velocidad normal. El cuarto y último, transcurre lleno de hechos a un ritmo frenético. Las historias se terminan a las apuradas y algunas quedan inconclusas.
Los protagonistas están bien, pero me cayeron mucho mejor los actores que hicieron de Bingley o de Wickham que el mismo Darcy.
No pasará a ser parte de mi colección de preferidas, logra hacer reír y entretiene.
Parece ser que hay intenciones de llevarla al cine. Será que Jane Austen asegura público.
Los dejo con una escena que me resultó graciosa, Amanda es invitada a cantar en casa de lo Bingley y elige un repertorio muy poco frecuente para la época.
domingo, 13 de septiembre de 2009
Los nombres en la historia
Hace un tiempo que terminé dos libros de Gabriela Margall, escritora argentina de novelas histórico-románticas.
Desconozco si fue intencional o no, pero en los títulos de sus tres novelas, juega con el verbo "nombrar".
La primera, Si encuentro tu nombre en el fuego, transcurre en la primera invasión inglesa al Río de la Plata. Un romance entre un soldado británico y una jovencita criolla con ideales de libertad.
Con un personaje secundario de esta novela, surge Con sólo nombrarte. Jimena Torres es la prima independiente de la protagonista de su primer libro. Una joven mujer que ejerce el comercio en la Buenos Aires colonial y que es criticada y juzgada por ello.
En el primer libro, Jimena decide luchar contra los ingleses que avanzaban sobre la ciudad. En estas circunstancias, conoce al capitán Martín Olivera, hijo de una importante familia de Montevideo.
Con sólo nombrarte, retoma este encuentro y el romance que surgió en esos días convulsionados. Esta vez, con la toma de Montevideo por parte de los ingleses y la segunda invasión como fondo histórico, se desarrolla la historia de amor entre Jimena y Martín, complicada por la mala reputación que mancha a Jimena.
Lo que no se nombra, es su tercer libro. Cambia las invasiones inglesas por la primera corriente inmigratoria.
El marco es una Buenos Aires europeizada, llena de contrastes entre los pequeños palacios y las viejas casonas usadas de conventillos, lugares sucios y pobres, donde van a parar aquellos inmigrantes europeos que vienen en busca de una vida mejor.
En este contexto, encontramos a Victoria Serment Lezama, una princesita porteña que habita uno de los tantos palacios. Una muchacha sin vida ni opinión, sujeta a las decisiones de su madre.
Ella conocerá a Federico Elizalde, hijo de inmigrantes portugueses, que logró el sueño de su padre zapatero y se convirtió en un médico lleno de ideales de igualdad.
Entre las costumbres propias de la época, irá naciendo un romance complicado por la desigualdad social.
Victoria deberá romper ataduras y hacer sentir su voz. Federico, abandonar sus prejuicios sobre la alta sociedad.
Lo que me gustó de sus libros es que se dedica a describir las personalidades de sus personajes y no tanto las apariencias físicas.
De los tres libros, me quedo con el primero, por cuestiones de simpatía hacia los personajes, el sentido de humor pícaro de William Burton me enamoró, algo que no lograron los otros personajes masculinos.
Estoy atrasada con mis lecturas, eso me pasa por leer varios al mismo tiempo. He terminado con el primero del niño mago y empecé la llamada trilogía Millenium. A su vez, retomé los vampiros de Charlaine Harris y una compañera me prestó uno de Cristina Bajo.
Aunque ya decidí dedicarle la próxima entrada a la miniserie de la BBC "Lost in Austen".
jueves, 3 de septiembre de 2009
El fin de la inocencia
Con esta frase, el diario de vespertino de mi ciudad, tituló la crítica a Harry Potter y el Misterio del Príncipe.
Primero que todo, no he leído el libro de J.K. Rowling, por lo que mi opinión sólo se basa en la película que fui a ver hace unas cuantas semanas.
La vida tranquila de la infancia ha quedado atrás. En un ambiente tenso y oscuro, los muchachos de Hogwarts intentan llevar vidas de adolescentes normales, llena de romances, celos y...hechizos.
Entre hormonas alborotadas, la amenaza de Lord Voldemort es una realidad que se percibe en cada rincón la escuela mágica y hasta en el mundo muggle.
Porque aunque Voldemort sólo tiene su aparición como un joven Tom Riddle presente en un recuerdo de Dumbledore, la fatalidad está en el aire y sus enviados se encargarán de hacerla tangible para los integrantes de la escuela de magos.
"Transición" es la palabra que más he oído decir al hablar de este libro y de esta película. Es el fin de la inocencia, el paso hacia la madurez de Harry, que sabe que la guerra está por comenzar y que el enfrentamiento es inevitable.
Michael Gambon es un gran actor británico y se luce con su Profesor Dumbledore, haciéndonos olvidar a Richard Harris, el primero que lo interpretó y que falleció en el 2002.
Alan Rickman vuelve a su rol de Severus Snape y es una pena lo poco que aparece en pantalla, dejándonos a los que no leímos el libro con muchas dudas.
Los tres mosqueteros, Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint, han mejorado en sus papeles.
Aunque el descubrimiento (el roba escena de la película), para mi gusto fue el pequeño Hero Fiennes-Tiffin, que casualmente interpreta a Voldemort en su infancia, rol que de adulto, interpreta su tío Ralph Fiennes. Todo un Damien Thorn.
Romance, misterio, traiciones y tragedias. El elegido deberá demostrar que lo es, pero eso será en otra ocasión.
Siguiendo con el fin de la inocencia, vi una película de bajo presupuesto que transcurre en los años 80.
Adventureland es un parque de diversiones donde irá a parar un joven al que sus padres no pueden pagarle la matrícula de la universidad. Pasará sus vacaciones trabajando el parque que da título a la película, intentando ahorrar para cumplir una parte de sus sueños.
El parque tiene un abanico de personajes graciosos y trágicos, el "ganador", el "perdedor intelectual", la chica vulgar, la sexy, y el muchacho protagonista que tiene gran confianza en sí mismo.
Algunos ex Saturday Night Live, Ryan Reynolds y la chica Crepúsculo, Kristen Stewart, entre los actores conocidos.
Es bastante predecible, pero la disfruté como tributo a la moda y la música de mi infancia.
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