Desafío histórico: La maestra de la laguna.

Domingo Faustino Sarmiento, fue político, periodista, escritor, minero, militar y docente.
Debido a su figura, importante en la creación de escuelas superiores y primarias, los docentes argentinos celebramos nuestro día, como acostumbramos, en el día de su fallecimiento (ironías de la vida).


El desafío histórico que se planteó en el blog de Victorie , consistía en leer al menos un libro que tuviera como trasfondo un hecho histórico o algún personaje de la historia. La novela de Gloria V. Casañas, La maestra de la laguna, está ligada con un momento de mi país, durante durante la presidencia de Sarmiento.

"Elizabeth O'Connor, una de las maestras norteamericanas que Sarmiento consigue traer a la Argentina, no sospecha hasta qué punto aquella empresa sobrepasa sus expectativas. Valiente, culta y decidida, su sangre irlandesa es puesta a prueba más de una vez, tanto en la Gran Aldea que sigue siendo Buenos Aires como en la pampa brava, donde el eco de los malones resuena aún, a la luz de la estrella del gran Calfucurá. La joven maestra trae consigo la nueva enseñanza, pero ignora que bajo la Cruz del Sur existen otras lecciones que ella debe aprender, en una sociedad salvaje donde las reglas son escritas con sangre y en la que los códigos del amor son muy distintos a los de su Massachusetts natal. Mientras tanto, en el Río de la Plata, un hombre de alcurnia que busca olvidar su condición y hundirse en el oprobio, lejos de la sociedad que lo vio nacer, es sin duda un condenado, pero no hay condenado que no desee la salvación. ¿Podrá una mujer civilizada, sin otras armas que su educación y su perseverancia, redimir al alma más oscura?"

A pesar de ser docente, o tal vez por ello, nunca simpaticé con la figura que nos han querido inculcar de Sarmiento, el del "padre del aula", el alumno que no faltaba jamás a clase (y si te enseñaba tu papá!), el que nos quería sacar de la barbarie que regía en el país (o sea, los pobres indios, verdaderos dueños de la tierra y los gauchos que trabajaban en ellas).

Hay miles de miradas sobre aquel hombre al que se le dedican homenajes e himnos.

"Con la luz de ingenio iluminaste

la razón, en la noche de ignorancia.

Por ver grande a la Patria tu luchaste,

con la espada, con la pluma y la palabra"

Esta es una parte del himno que estamos obligados a cantar cada 11 de septiembre en los actos que recuerdan su fallecimiento.

Nadie puede negar que en la Argentina de aquellos tiempos (1868), el analfabetismo era elevado, en especial en mujeres y en el interior del país, donde casi no había escuelas públicas.

Pero, como en toda historia de un país, hay muchas idas y vueltas. Entre ellas, una lucha entre "unitarios" (partidarios que Buenos Aires fuese el centro del poder político y económico) y los "federales" (que pretendían formar provincias con gobiernos autónomos y compartir el poder). Los federales, normalmente, pertenecían a las provincias. Sarmiento era sanjuanino, pero estaba de parte de los "unitarios". Por esa causa, al ganar los federales, se debió exiliar en Chile.

Estando en Chile, viajó a Europa, enviado para ver cómo funcionaban los sistemas educativos y, luego se embarcó a Estados Unidos, entusiasmado con conocer a Thomas Mann  que tenía nuevas ideas sobre la educación.

Cuando al fin pudo regresar al país y llegar a ser presidente, hizo todo lo posible por "encaminarnos" lejos del colonialismo y se centró en el modelo norteamericano. Por supuesto, parece que mientras estuvo allá, no vio nada de lo negativo que tenía el modelito.

Fue así como contrató a unos 65 docentes, la mayoría mujeres, para que vinieran a enseñar y capacitar a maestras argentinas, formando sus famosas Escuelas Normales. Buscaba mujeres intrépidas, audaces y capaces, no sólo de enseñar, sino de acostumbrarse a vivir en condiciones totalmente desconocidas para ellas.

Es en este momento histórico donde Gloria V. Casañas nos presenta a su Elizabeth O'Connor, una maestra joven de Boston, que se arriesga a venir al Río de la Plata, ya que tenía algunos familiares viviendo en Buenos Aires.

Una descendientes de irlandeses, que no dejé de imaginarme como Nicole Kidman en la película Far and Away.

Al igual que aquella protagonista, sus planes no salen como se imaginaba, el lugar al que la destinan es alejado y cercano a las tolderías y, al ser extranjera, la gente le tiene desconfianza.

En medio de sus tribulaciones diarias, conocerá a tres hombres muy distintos. Un hombre que desea ocultarse entre los médanos de su historia familiar, un heredero de hacienda galante y un misterioso caballero que vino en el mismo barco que ella, con el cual se cruzará en más de una ocasión.

Elizabeth se verá tentada por el hombre huraño, Francisco, que se muestra intolerable e impaciente, casi un ermitaño, pero también cortejada por Julián, amigo de Francisco, un muchacho de corazón sincero y buenos modales.

Como todas las mujeres, optará por el incorregible, intentará remediarlo de su dolor, físico y mental, que lo agobian constantemente. Yo hubiese elegido a Julián, un personaje que me cayó muchísimo mejor que Francisco,  que me pareció tan obstinado y masoquista que no me movió un pelo.

En medio del romance, se descubrirán secretos ocultos, llegará la fiebre a Buenos Aires, habrá un levantamiento indígena y muchas cosas más. Tal vez, demasiadas.

Se me hizo un poco pesado el comienzo del libro, recién me enganchó cuando ya encara el emprendimiento de enseñar. A partir de ahí, se hizo más amena la lectura, aunque le criticaría la cantidad de galanes que hay.

Yo soy maestra y no tengo ni un pretendiente y Elizabeth se lleva tres! Eso no es justo. Tendré que irme a Mar Chiquita?

Hay que aclarar, que la misma autora advierte que algunos hechos han sido cambiados para lograr mayor tensión en la novela.