La Señora Dalloway

“La Señora Dalloway relata un día corriente en la vida londinense de Clarissa Dalloway, una desvaída dama de alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de junio de 1923, con un paseo de Clarissa por el centro de la ciudad, y termina esa misma noche, cuando están comenzando a retirarse de casa de los Dalloway los invitados de una fiesta. Aunque en el curso del día sucede un hecho trágico –el suicidio de un joven que volvió de la guerra con la mente descompaginada- lo notable de la historia no es ese episodio, ni la mirada de pequeños sucesos y recuerdos que la componen, sino que toda ella esté narrada desde la mente de los personajes, esa sutil e impalpable realidad donde lo vivido se vuelve idea, goce, sufrimiento, memoria.”*1

Con este párrafo comienza, Mario Vargas Llosa, el prólogo de La Señora Dalloway, novela de Virginia Woolf publicada en 1925.
La novela sigue dos tramas, la de la Clarissa Dalloway, la perfecta anfitriona, esposa de un miembro del parlamento y también la de Septimus Warren Smith, un joven que regresó de la Primera Guerra Mundial tan dañado que terminará suicidándose.
La originalidad del relato es la forma en que está narrado, a través de pensamientos, recuerdos e impresiones de los personajes. La realidad no llega al lector en forma directa, sino filtrada por la visión subjetiva de los personajes.

“Se trata de un narrador excepcionalmente discreto y traslaticio, que evita hacerse notar y que está saltando con frecuencia –pero, siempre, tomando las mayores precauciones para no delatarse- de una a otra intimidad. Cuando existe, la distancia entre el narrador y el personaje es mínima y constantemente desaparece porque aquel se esfuma para que este lo reemplace: la narración se vuelve entonces monólogo. Estas mudanzas ocurren a cada paso, a veces varias en una misma página, y, pese a ello, apenas lo advertimos, gracias a la maestría con el que el narrador lleva a cabo sus transformaciones, desapariciones y resurrecciones.” *2

Este ha sido mi segundo acercamiento literario a Virginia Woolf, el primero fue Orlando hace muchísimos años, cuando era una adolescente. Ha sido una gran experiencia leer esta novela, tan diferente a aquella que leí por primera vez.

Las Horas es una novela escrita por Michael Cunningham ganadora del premio Pulitzer. En él relata la vida de tres mujeres de distintas generaciones, afectadas por la novela de Woolf.
En el 2002 se hizo una adaptación excelente, donde Nicole Kidman interpreta a Virginia Woolf en 1923, Julianne Moore a Laura Brown, una esposa perturbada en 1951 y Meril Streep a Clarissa Vaughan, una editora homosexual que cuida de su mejor amigo gay, quien sufre de SIDA.
Igual que en La Señora Dalloway, será un día en la vida de estas tres mujeres. Las tres conectadas por la novela, por sus miedos y por el tema del lesbianismo y su impacto social en las tres épocas distintas.
Una gran película, que despierta el interés en la triste y complicada vida de Virginia Woolf y en sus obras.


*1 y 2 Prólogo escrito por Mario Vargas Llosa para la edición de editorial Lumen de La Señora Dalloway, 1990.