Mi país es el octavo en territorio del mundo, pero lamentablemente, el único medio económico para recorrerlo es en colectivo.
Por lo que cuando uno planea vacaciones, se programa de antemano para estar preparado y recorrer miles de kilómetros con la mayor paciencia.
Este invierno opté por el Noroeste también conocido como NOA. Abarca las provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, Salta y Jujuy.
Dirigiéndonos desde Santa Fe, llegamos a las Termas de Río Hondo (Sgo. del Estero), alrededor del mediodía y nos preparamos para ver el partido de Argentina-Alemania. El horroroso 0-4, nos dejó deprimidos, pero con la mente totalmente dedicada a las vacaciones luego de haber quedado fuera del mundial.
Desde allí, seguimos rumbo a
Tafi del Valle (Tucumán), donde hicimos noche.
Un lugar muy bonito y tranquilo donde hacía mucho frío (poco después que nos fuimos, cayó una fuerte nevada). Su nombre significa "pueblo de entrada espléndida" y es un villa enclavada entre montañas.
A la mañana siguiente, salimos temprano rumbo a Cafayate, para lo que cruzamos El Infiernillo, a 3000 m sobre nivel del mar.

Cafayate (Salta), es una zona de viñedos y paisajes soñados.
A mitad de camino, hicimos un pequeño desvío para conocer las
ruinas de Quilmes, en el denominado Valle Calchaquí. Son los restos del mayor asentamiento precolombino en nuestro país.
Es un lugar impresionante. Es difícil hacerse a la idea que los "conquistadores" los hayan sacado de allí, casi aniquilando a ese pueblo originario. Es un lugar cargado de historia y que transmite mucha espiritualidad.

Cerca del mediodía, llegamos a
Cafayate para pasear un poco, comer riquísimas empanadas de queso y saborear vinos.
Siguiendo la ruta 68 rumbo a Salta capital, se encuentran unas formaciones rocosas, erosionadas por el viento y el agua, que son un sueño.
Mi preferida fue el "anfiteatro", una caverna que fue erosionada en forma circular por una cascada y que tiene una acústica natural increíble. Al entrar, se puede escuchar música típica tocada en vivo que, junto a ese entorno maravilloso, hace emocionar.

Al llegar a
Salta, descubrí una ciudad que le hace honor a su apodo, la "linda". Es una ciudad que respeta mucho sus edificios históricos, que intenta mantener un toque colonial en sus calles, y que trata muy bien al visitante.
La plaza central de Salta es una maravilla, rodeada de edificios coloniales y con pequeños bares para degustar lo que uno prefiera.

Como nos quedamos tres días, pude conocer bastante de la ciudad. Visité el barrio de San Lorenzo, el cerro San Bernardo de noche (una vista panorámica preciosa), el cerro donde dicen que se aparece la Virgen de los Tres Cerritos y entré a dos librerías. En Rayuela, compré Lady Susan de Jane Austen (sólo la tenía en versión ebook).
Desde Salta, hicimos una excursión a la ciudad de
Cachi. Un paisaje espléndido, que combina partes selváticas y, a medida que se gana altura, montañas que parecen cubiertas de terciopelo. Rodeando la ciudad, hay grandes montañas nevadas.

La ciudad tiene un casco antiguo que parece detenido en el tiempo (es algo habitual en el NOA). Casas de estilo colonial español, sobre bases de roca y pintadas de blanco.
De Salta, seguimos camino hacia la ciudad de
San Salvador del Jujuy (Jujuy). La ciudad me resultó bastante caótica, parece que nadie respeta las señales de tránsito y sus callecitas extremadamente angostas no ayudan.
Si Salta recuerda con mucho respeto al Gral. Gúemes, héroe de la Guerra por la Independencia, en Jujuy, se idolatra a Manuel Belgrano, creador de la bandera, Gral. del Ejército de Norte, quién lideró el
Éxodo Jujeño, lo vemos en las plazas, en la Catedral, en la Casa de Gobierno.
Me gustaron mucho las estatuas que rodean la Casa de Gobierno (muy similar a la de mi ciudad, sólo que un poco más chica), obras de la artista Lola Mora, a quien le debo una entrada exclusiva. Las cuatro estatuas, que representan a la Justicia, la Paz, la Libertad y el Pogreso, fueron diseñadas para el Congreso de la Nación, quien las rechazó por considerarlas inmorales. Una suerte para Jujuy que puede disfrutarlas.
A poco kilómetros de la ciudad, se encuentran las Termas de Reyes, un hotel-spa que se encuentra en la quebrada de Reyes. Un lugar ideal para relajarse y disfrutar de cuidados...si tenés mucho efectivo. Si uno es como yo, va sólo a pasar el día y a soñar un rato despierta.

Nuestro último día en Jujuy, hicimos la excursión que más esperaba, la de Purmamarca y Humahuaca, para la cual, cruzamos el trópico de Capricornio.
Antes de ingresar a
Purmamarca, se encuentra el Cerro de los Siete Colores, lugar preferido por los turistas para tomar fotos. En cada rincón de la pequeña ciudad de casitas bajas estilo colonial español, hay puestos de ventas de artesanías. Tejidos, adornos, telares, vasijas, y todo lo que se pueda imaginar.

Antes del mediodía, es obligatorio llegar a
Humahuaca, es la costumbre presenciar en la plaza principal, la bendición de San Francisco Solano a las doce en punto.
Luego de la bendición, se puede recorrer sus callecitas llena de negocios y ferias artesanales, degustar la comida típica y, si se tiene aire suficiente, subir al monumento a los Héroes de la Independencia.

Camino de regreso, pasamos por pequeñas localidades rodeadas de gran belleza, con sus iglesias de la época colonial y sus cementerios de montaña. Me hubiese gustado conocer Tilcara, pero ni el tiempo, ni el tipo vehículo lo permitía.

El último día del viaje, nos dirigimos hacia la ciudad de San Miguel de Tucumán (Tucumán).
En el camino, nos detuvimos en dos lugares, en La Posta de Yatasto, sitio de encuentro de tres héroes de la Independencia (Güemes, San Martín y Belgrano), y en Tafi Viejo, un lugar precioso que parece propio del un paisaje de Sur, con su lago artificial y los cerros cubiertos de vegetación.

Llegamos a Tucumán en una fecha muy particular, el aniversario de la Declaración de la Independencia, que fue firmada en esa misma ciudad.
A escasos metros de hotel, estaba la plaza principal y, a unos 100 metros, la famosa Casita de Tucumán, lugar testigo de la firma de las reuniones de los congresistas en 1926. Fue muy emocionante apreciar los festejos, los regimientos vestidos con sus trajes típicos, y realizar la visita nocturna a la casa dónde se firmó el Acta de la Independencia en la cual se hace un espectáculo de luces y sonido.

A la medianoche, luego de una día de festejos, recitales y desfiles, se cerró la jornada con un show de fuegos artificiales maravillosos (una debilidad que tengo). Los observé desde la ventana del hotel y fue el broche de oro de un hermoso viaje.
Las fotos son mías, salvo la de Tafí del Valle y la de Termas de Reyes (las mías no lograron captar lo que quería).